Cuando la permanencia
en un puesto de trabajo te roba la libertad…
Muchos dicen que la esclavitud fue problema de otros
tiempos, que ya ha sido superada. Recordemos que a mediados del siglo. XIX,
durante el mandato de Carlos Antonio López, se consagró la Libertad de Vientres
en nuestro país. Por ende, muchos dirían que ya no existe. Sin embargo, este
mal persiste en la actualidad, solo ha mutado, se lo ha disfrazado de diversas
maneras.
Varias son las formas de quitarle a una persona su libertad.
Una de esas formas es a través del aspecto laboral. Una persona que necesita
trabajar y que por ello se ve obligada a aceptar cualquier oferta, aun cuando
no se le ofrezcan garantías, no goza de libertad.
Foto: arrasopordondepaso.wordpress.com
Y este es de apenas el caso más visible de la esclavitud
laboral de los tiempos modernos. Hay otras formas más sutiles, pero, no por
ello, menos injustas.
Numerosos profesionales por desidia del destino se cruzan
con jefes posesivos. Aquellos que al darse cuenta de la capacidad de sus
subalternos los quieren amarrar como sea. El conflicto se genera cuando estos
profesionales se hallan confinados a cumplir órdenes mediocres. Y esto empeora
cuando los mismos reciben una mejor propuesta laboral, aquella que esperaban
hace tiempo, en el área que les gusta y para lo que son buenos.
El empleado comienza a despertarse. Se da cuenta que ningún
dinero del mundo le repondrá el tiempo que se le esfuma en una oficina en la
que no quiere estar. Le entran unas ansias de agarrar lo bueno que le ofrecen.
Es más, se siente capaz y merecedor de lo otro. Ve que es su oportunidad de
crecer y que a partir de allí se le abrirán otras puertas.
Surgen en ese momento dos luchas. Una con el jefe que se
niega a soltarlo y busca la manera de quitarle la oportunidad, objetivo que, en un 99% de los casos, lo logra por la influencia que tienen debido a su
cargo.
La otra es la lucha interna. Ese deseo de decidir por su futuro, de querer elegir su camino. Al no conseguirlo, le ahogan las ganas de tirarlo todo por la borda. Pero he aquí la realidad. No puede hacerlo por cuestiones económicas. Las cuentas, las obligaciones seguirán allí y atacarán al final del mes.
La otra es la lucha interna. Ese deseo de decidir por su futuro, de querer elegir su camino. Al no conseguirlo, le ahogan las ganas de tirarlo todo por la borda. Pero he aquí la realidad. No puede hacerlo por cuestiones económicas. Las cuentas, las obligaciones seguirán allí y atacarán al final del mes.
Y entonces pregunto, ¿Acaso la permanencia en su puesto de
trabajo no le está robando a esa persona su libertad? Esclavitud laboral de los
tiempos modernos, nada más.
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